domingo, 31 de enero de 2010

Estudiantes vs la seguridad de Medellín

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Por Luisa Fernanda Yepes

La vida de un estudiante debería transcurrir, por lo general, con tranquilidad. Se supone que su deber más importante es aprender de las enseñanzas y adoptar una posición crítica en la sociedad. Sin embargo, la decisión tomada por Álvaro Uribe Vélez, convertirlos en informantes asalariados, pondrá en juego su seguridad y su libertad.

Al escucharse la decisión del Presidente de la República muchos levantaron la voz; las polémicas y opiniones en contra no se hicieron esperar.

No era para menos. Creo que es certero decir que el futuro de toda sociedad se encuentra en sus jóvenes. Las ideologías, las nuevas propuestas y la creatividad son sus principales características. Además, buscan darle solución a muchas problemáticas que hoy vive el país; el hecho de convertirse en informantes puede modificar esta alternativa.

La polémica decisión adoptada por el mandatario pone a estas personas en peligro; los pertenecientes a grupos armados ilegales tendrán claro que su objetivo serán los estudiantes, y empezará una “cacería de brujas” en busca de los posibles delatores. Suena paradójico, teniendo en cuenta que las declaraciones de Uribe, el pasado miércoles, enunciaban: “el derecho a la vida lo tenemos que defender todos”.

Ejercer el rol de ciudadanos los obliga a tener derechos y deberes con Medellín. Uno de ellos es la denuncia, pero no es una obligación, como lo convertiría la aplicación de un salario. Y a la larga, el declarar por cumplir conlleva a mentir. “Por la plata baila el perro” dice la jerga popular; la falta de criterio y la necesidad son las causas de ese desacierto.

Sin duda, la medida debe ser analizada. Los escolares no han sido preparados para afrontar una situación que le corresponde a las Fuerzas Armadas. La falta de conocimiento, de habilidad en la búsqueda de información y datos, puede desencadenar en el fácil descubrimiento de los ciudadanos denunciantes.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que muchos de los universitarios o escolares han vivido situaciones críticas en sus lugares de residencia. Año tras año la violencia ha pasado al frente de sus ojos y los “maleantes”, son vecinos, amigos o conocidos, al delatar uno de ellos, la próxima víctima será un familiar del “espía” o el mismo informante.

Los estudiantes ahora claman por justicia, porque el Presidente no los vea como fichas en su juego de ajedrez para ganarle la batalla a los delincuentes y asesinos, al menos no de la forma que él pretende lograr su Política de Seguridad Democrática.

En este país donde la corrupción reina y los delincuentes son los amos y señores de las calles, los únicos que escuchan a los estudiantes son las redes sociales, ojalá Uribe también los escuche.