martes, 13 de abril de 2010

Un mal indispensable


Por Luisa Fernanda Yepes

Durante este mes se comienzan a percibir las propagandas políticas, los debates y todo el furor de las elecciones. Esto, claro está, funciona de manera progresiva; a medida que se acerca la gran fecha electoral, la publicidad se hace más evidente.

Asimismo, las encuestas comienzan a fluctuar, dependiendo del candidato de moda, del clima político actual y, más preocupante aún, de la falta de decisión de los posibles electores.

Estos dos hechos, la publicidad y la falta de criterio en los votantes, evidencian un déficit en el sistema electoral del país. Hacen falta aspirantes que expresen al pueblo sus propuestas de forma clara, como también se carece de electores que otorguen sus votos –conscientemente- al que consideren el mejor candidato.

Es por ello que se puede afirmar que las encuestas electorales no cumplen con la función adecuada. Los datos que arrojan, en la mayoría de los casos, conllevan a que las personas con menor educación elijan al que, parece ser, el ganador.

Por otra parte, los sondeos deben ser analizados según el tiempo en que se realizaron y el sitio proveniente de la muestra. Para muchos colombianos estos aspectos pasan a un segundo plano, olvidando que son datos fundamentales para la recolección de la información.

Otra desventaja que se puede apreciar en la elaboración de las encuestas es, sin lugar a dudas, la formulación de las preguntas que, en ocasiones, generan ambigüedad y desconcierto.

Además, es importante destacar los posibles fraudes que hay en este sistema de recolección de información. Un claro ejemplo de ello es la denuncia que hizo el candidato a la Presidencia Germán Vargas Lleras, "da la impresión que se están adulterando las encuestas. Yo llamo la atención del Consejo Nacional Electoral para que cumpla con su responsabilidad y certifique la veracidad de estas encuestas".

Para que los sondeos tengan validez y cumplan con su función, es importante que exista una democracia lo más equilibrada posible, así como una educación con enseñanzas en derechos y deberes frente a las votaciones.

De otra manera, las encuestas sólo servirían para confundir a los ciudadanos, para demostrar resultados inciertos con un margen de error, que en ocasiones encubre la corrupción.


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