domingo, 30 de agosto de 2009

Las fachadas de Naranjal


En Medellín, la ciudad de los prejuicios, la inadvertida, existen señoras vanidosas, otras no tanto, que todo lo ven, que todo lo oyen y que llevan de pie más de 30 años observando cómo crecen sus hijas, cómo se reproducen sus hijos y cómo mueren sus ancianos: sus creadores, sus fundadores y hasta sus constructores.

El maquillaje en las más ricas es casi perfecto; el rubor es la pintura; el rímel, las grandes ventanas; su pintalabios, las majestuosas puertas, las derruidas entradas, los espacios vacíos y las escalas.

El barrio Naranjal está ubicado a pocos metros de la calle San Juan y hace parte de la Comuna 11. Este lugar conserva en todos sus rincones su misma esencia. El aceite, la gra
sa, los tornillos, las llaves y las llantas, son su vida cotidiana.

Las viviendas, y todo lo que allí rodea, tienen la misma tonalidad. Negro, gris azuloso, gris oscuro. Son los colores que encarnan la pujanza, el esfuerzo, el arduo trabajo de quienes viven en esas moradas.

Las fachadas de Naranjal parecen mujeres desarregladas, esas que su esposo ya no quiere. Se asemejan a las que tienen la vida manchada, el corazón roto y la sangre escapándose por la ventana.

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